Anglicismos en Finanzas
“Está quedando difícil comprender el lenguaje de las finanzas actuales, sin tener a mano un diccionario inglés/español”. Me lo dijo un microempresario en un curso de finanzas personales y se lo he oído a jóvenes en la universidad. En la industria (holding), la banca (city bank) y el comercio (retail) abundan los anglicismos. La lista es larga. Algunos como los anotados ya los hemos internalizado y son de conocimiento público. Pero hay más, muchos más y nuevos.
No es que las expresiones anglosajonas sean intrusivas en nuestro vocabulario, sino que la proliferación de palabras de otro idioma abruma un poco. --Lo mismo le pasa al idioma inglés con el español en regiones como Florida en Estados Unidos o zonas fronterizas de ese país con México--. En muchos casos son nuevas palabras, para designar negocios y productos financieros –también en otras áreas y actividades--. Hay de todo: expresiones para títulos, combinación de palabras, contracciones de términos, abreviaturas, acrónimos, acrósticos, un sinfín.
Alguien diría que esto no está mal. Obliga a los jóvenes nuestros a manejarse en otro idioma desde temprana edad. --Si se les enseña y aprenden, claro está--. Y, a los profesionales les crea el deber de capacitarse para el desempeño de funciones laborales y sociales en un mundo cada vez más interdependiente. No tenemos el esperanto deseado, aunque parece que para allá vamos. Tanta globalización e intercambios culturales y comerciales entre países, regiones y continentes así lo sugieren. Un ejemplo financiero de internacionalización del lenguaje lo encontramos en las normas internacionales de información financiera IFRS/NIIF, obligatorias y de aplicación planetaria.
Lo anterior me hace recordar la sugerencia del científico chileno, físico Igor Saavedra, a sus estudiantes, en la segunda mitad del siglo pasado. Les decía algo así como que debían ser poliglotas, con dominio de cuatro idiomas, a lo menos: la lengua madre, el español bien hablado y escrito; el lenguaje de números, las matemáticas por la lógica y abstracción; el lenguaje de las tecnologías, la más a fin con sus especialidades; y un idioma extranjero, el inglés en ese tiempo. Con ello complementarían su formación de profesionales del futuro. Y ya estamos en el futuro.
Ahora, quedémonos tan solo con algunas palabras de uso corriente provenientes del inglés, que adoptamos o adaptamos, en el lenguaje financiero local. Muchas de ellas son gatilladas por nuevas tecnologías de información y comunicación y otras por la evolución en los negocios. De unas y otras no nos libramos. Quizás los medios de comunicación sean los mayores difusores de expresiones extranjeras. Las leemos en diarios y revistas (más digital que en papel), las oímos en la radio y las vemos en noticiarios o reportajes de televisión. Y, cuando vamos a una tienda, al banco, al cine al restaurante -- por vía remota o presencial-- , nos terminamos de enterar de algunos de sus significados. Lo mismo nos pasa al ver las etiquetas en productos, ropas, medicamentos y demás.
Algunos ejemplos, ilustran este abundante arsenal financiero y tecnológico. Fintech para las empresas de servicios financieros, open banking para el modelo de banca abierta, neobank para banco digital o virtual, wallet para billetera digital que operan con códigos QR, web scraping para técnica de captura de datos por un tercero, blockchain para base de datos linkeados gracias a criptografías, crowfunding para estrategia de apalancamiento. financiero. Y ni que hablar de expresiones como leasing, benchmarking, factoring, marketing, swap y otras tantas. Como que banco amigo, depósitos a plazo o fondos mutuos, estuvieran quedando atrás.
Lo interesante y práctico de este asunto es que ya casi no necesitamos el diccionario tradicional de papel, tipo libro. Son palabras que están muy a mano –mejor dicho a un clic o dos--, en el smatphone de bolsillo que cargamos a diario. Y si queremos traducción gugleamos enseguida o preguntamos a un chatbot como el ChatGPT y listo.
Cuando se habla de la necesidad de educación financiera para el común de la gente -- hombres y mujeres de la calle--, el tema del anglicismo debiera estar muy presente en programas de finanzas personales y de familia. Para técnicos y profesionales de cualquier disciplina es una obligación su dominio; también para emprendedores, como el citado al inicio de esta nota. Al fin y al cabo, toda persona necesita money, para pagar sus bills. Sea papel moneda, dinero plástico o virtual en una wallet.